Mazo de Hércules de Marlene Zertuche es un libro que, apenas leídos sus versos iniciales, te siembra una extraña incomodidad en el espíritu; un malestar lejano a la suave complacencia del poema que te concesiona la experiencia de hacerte sentir bien. Estos poemas son un inventario de la destrucción del amor, de su imposibilidad, de la desesperada estación en la que el amor se refugia en el sexo, y queda después resumido en la palabra.
Mazo de Hércules deja la percepción de que está precedido por un trabajo de días; poemas que son el resultado de una empeñosa lidia con las palabras y con las ideas, sentidas hondamente, y rodeadas de un misterio al que no se llega fácil. Un misterio de las asociaciones, de las claves secretas y de las referencias a un poderoso erotismo que sin embargo se extravía, se atenúa, se asoma y se elude, como sucede en este libro en el que huyen más de una vez los sentidos del poema para esconderse detrás de la belleza.
El libro está arreglado estructuralmente como una partida de cartas. Son breves partes propuestas al lector fundamentalmente como juego: antes del principio, barajas apiladas o del principio, primera mano, ser un espejo detrás de las cartas, la suerte está echada, y los tres tres: encuentro esperado.
Y con esta administración de la baraja, queda claro que el mazo —y compartimos esa lectura de Neri Tello en la nota de presentación de este poemario— no es solamente el paradigmático instrumento mitológico de Hércules, sino, también, el mazo de cartas con el que la Zertuche quiere poner sobre la mesa el juego de saber qué sucede con “ésta locura que presagia fuerza devastadora en todas sus cartas”. El mazo de cartas es uno de los territorios semánticos pretextuales en el que se explican los signos de este libro: el azar de la vida y la poesía regirán lo que sucede en este territorio del poema. Ya en la entrada nos anuncia el tono desencantado del libro:
reposó nuestra imagen en
Desprecio
(lugar de siete mil mentiras)
caímos con poco encuentro,
«malas casualidades”, lo llaman mis abuelas
ellas (no tú, no yo) conocen a exactitud
la sinfunción de las esperanzas
Ese es el tono del libro y no ha comenzado aún la partida. El segundo poema ratifica la derrota y la incapacidad de estar lúcida en medio del desastre:
te buscaba ebria
entre los rostros y
bajo ese puente
después derrumbado
El tercero, por su parte, deja en claro la imposibilidad de la comunicación:
nadie percibe los arreglos
a la composición
nadie escucha siquiera la música
Y en este punto, con la baraja apenas apilada, lista para comenzar el juego, aparece un hilo de conciencia que reconoce la magnitud de la locura: “señores, me he metido en camisa de doce espadas”; doce espadas que aluden, quién lo duda, a los doce trabajos de Hércules, y desde luego se funden entonces las doce alegorías simbolizadas en el poemario y con las que juega el libro de la Zertuche: el mazo del héroe que destruye caprichoso los arreglos del amor; el mazo de cartas con las que la poeta intenta recomponer el desastre a través del azar. “Juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida”, diría el poeta colombiano León de Greiff.
a tu regreso no negaré mi tacto
estaré resuelta para la embestida
porque en tardes de mi cuerpo,
nuestros poros y tu sexo
mi fuerza se concentra sólo en un verbo
Es decir, la palabra nombrando la experiencia, el verbo como punto final, como destino. La instancia en la que se resuelven los conflictos, no en la que se alcanza la felicidad, de ningún modo. Aquí el lenguaje empieza a proponerse por encima del instinto fatalista del sexo; diríamos que el destino del poema por encima de “el orgasmo simulado o el heredado espejismo conyugal”.
qué miedo a la rima
a que me armonice la palabra con la imagen
qué miedo a la fortuna
a poder decirlo todo y ser escuchada
Se está en posesión de la palabra y en la libertad de decir el poema, pero hay una prevención, algo inhibe. Hay un temor reverencial para llegar con el poema ante otras instancias. Es lo que dice el poema:
estoy prevenida
tengo apuntes para cuando vaya a con Dios, a con Zeus
esquemas de emergencia por si me falla
la espontaneidad
la frescura
por si la estructura
si el estilo
si el ritmo
si los cuatro versos y el título
Es entonces el desafío de la palabra poética, más allá del mazo de Hércules y del mazo de cartas. La suerte está ya echada. El pulso del poema es la fuerza para llegar ante Dios o ante Zeus; para escribir en el espacio que dejaron Drummond de Andrade, Pessoa y Ulalume González de León; para dedicarle un poema muy personal y misterioso a Rilke, que murió en el 26, “ese día la poesía se equivocó / con ella misma /como el día en que viré para encontrarte”.
Y aparece de nuevo el amor, lleno de rastrera cotidianidad y ensueño. Como siempre. Y los tres poemas finales de este libro: “Grandes planes para la esperanza”, “Zoo” y “Marlen-to”, parecieran ser textos liberados del juego del libro; no porque no quieran pertenecer a esta reunión, sino porque parecieran ser los textos que ganaron la partida. Porque certifican la inutilidad de la pugna entre los sexos, los que recomponen el orden en el que la batalla se reinstala en la normalización del desencuentro. La inconformidad de los amantes es la metáfora de la pelea del poeta y las palabras. Y a la visconversa. Y allí comienza todo de nuevo. Los tres poemas son nuevamente un canto con los mismos dolores. Dura belleza que no aspira a conceder.
Mazo de Hércules, de Marlene Zertuche, edición de autor, 2013.
SELECCIÓN DE POEMAS
te aproximas
viene contigo una culpa cristiana
como si hubieras bebido el último trago del pozo
sin compartirlo conmigo
como esa multitud que poco o nada
se apacigua con el pan multiplicado
pincho el globo: anochece
hay retraso
fecha
protocolo
mi entrepierna sangrando al fin
desde entonces nos suenan los huesos, Hércules,
porque fue grande el espacio entre tu nombre y mi laberinto,
abismal la grieta entre tu mueca y mi viaje
pero la culpa no se va de ti
me la entregas por los ojos
insistes vanidosamente en que el daño es tu proeza
no sabes que aquella mañana estaba yo entre el líquido
fluorescente y cualquier cuerpo
entre el agua, el deseo,
llegaste, Dios de Fuerza, como otro hubiera llegado
tenías el destino perfecto hilvanado en doce hazañas
débil para la decisión, hecho de engaño sobre engaño,
supiste sólo ahogar, capturar, robar, matar, matar y matar
tres muertes que dicen qué
a tu regreso no negaré mi tacto
estaré resuelta para la embestida
porque en tardes de mi cuerpo, nuestros poros y tu sexo
mi fuerza se concentra sólo en un verbo.
fatigada de anhelar para mi especie
el milagro de la supervivencia y bienestar estilizados
no emprendí lucha, como otras hembras, para el orgasmo simulado o para el heredado espejismo conyugal
fui, eso sí, una mujer urbana, de postre a la cama y media suelta a la lengua,
agudo filo en el diente, angustia inflada en la barriga y con sonrisa terriblemente abierta
la inconsciencia del arrojo hacia tu cuerpo-falo:
el error teórico-práctico que pagaré con creces
antes que las palabras me persigan
todavía antes que suceda el segundo para enunciarlas.
Marlene Zertuche (Guadalajara, México, 1983), estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara y es editora, gestora cultural y poeta. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara, y ha participado en festivales de literatura en México, Colombia, Uruguay y otros países de América Latina. Es autora delos poemarios Mazo de Hércules y El otro sol. Sus textos aparecen en revistas de literatura y arte como Aurora Boreal, para los amantes del español (Dinamarca, 2012) y Vía Cuarenta (Colombia, 2013), y en los libros El viento y las palabras. Renovación poética en Jalisco (La Zonámbula, México, 2014) y 20 años, Creadores Literarios FIL Joven (FIL Guadalajara-UdeG, 2014). En 1999 resultó ganadora del Premio Creadores Literarios FILJoven en la categoría de cuento.
Actualmente trabaja como gestora cultural y editora independiente. Junto con la poeta argentina Marta Cwielong, realiza la investigación Las vírgenes terrestres. Observaciones de poetas latinoamericanas, trabajo permanente sobre mujeres poetas latinoamericanas que tiene como objetivo la difusión de la obra de autoras nacidas en la primera mitad del siglo pasado XX, cuyo primer resultado se presentó en octubre de 2015 en la Primera Bienal Internacional de Poesía en San José de Mayo, Uruguay. Es productora ejecutiva de la serie documental Poesía viva del mundo, producción cinematográfica sobre los principales festivales de poesía en el mundo, proyecto compartido con la productora cinematográfica Mental Revolution, que lidera el director de cine Rocko D. Márquez. Pueden seguir las novedades sobre este interesante proyecto a través de su página en Facebook.