Ventana de emergencias, el nuevo libro de Ángel Manuel Gómez Espada, comienza con esta contrainvocación a las musas (o a la Inspiración, que es lo mismo), especialista en romper rutinas y en hacer del poeta algo de provecho; sin embargo, la Inspiración, las musas, llega del modo en el que Pepe Hierro lo decía: «la poesía se escribe cuando ella quiere».
No vengas, Inspiración esta mañana
golpeando a mi puerta. No quiero
verte derribando mis templos.
El segundo poema es una «Poética» en la que se destaca la sinceridad, incluso cuando el resultado no lo es: toda una declaración de intenciones, el poeta es lo que identifica en sus lecturas, lo que lee.
Leer un poema cojonudo,
de esos que te desordenan
las tres o cuatro verdades del día.
Querer envolverlo,
emularlo,
rumiarlo.
Y después de muchas vueltas,
conformarte
con lo poco
que has dejado escrito.
Y rezar un tanto
para que los demás
no noten
el jodido fraude.
Son el hastío de la rutina, el desorden del mundo, la «apnea» producida por criaturas pertenecientes «a las más abismales simas / de tus deseos o pesadillas», lo que hace necesaria, da sentido y requiere de la ventana de emergencias de estas páginas:
Ventana de emergencias
para cuando el mundo se equivoque.
Amaneceres como bombonas de oxígeno
para incondicionales apneicos.
Si no fuera por ellos.
Si no fuera por ellas.
Ángel Gómez Espada (Murcia, 1972) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia. Desde 2000, dirige junto a Juan de Dios García la revista de literatura El Coloquio de los Perros. Ha publicado los poemarios Mediodía en la otra orilla (2000), Cocinar el loto (2014) y Los hijos de Ulises (2015) y las plaquettes Alineación indebida (2007), Primavera (2013) y Hotel Baudelaire (2017). Ha participado en varias antologías, como Diva de mierda (2014) y Composición de lugar (2016), Ha recibido el premio Dionisia García, 2014 por Postales en un cajón de galletas.
Como hemos referido anteriormente, la Inspiración impide que puedas ser alguien de provecho, por ejemplo, en la cola del supermercado, o, quizá, mientras cuidas y modelas tu cuerpo en el gimnasio «en la cinta de correr»:
Cuando desciendas,
pobre isla, mírate en el espejo
que atravesar no pudiste.
Ahí tienes a tu único enemigo.
Ahora sí, corre como un rumor,
huye de él,
si te quedan fuerzas para hacerlo.
No faltan, en este sentido, la defensa de una «Tesis doctoral» o las palabras de una madre, la del poeta, evidentemente, pero podría ser la mía: «Lábrate un futuro poco a poco. / […] Escribe cosas bonitas, por favor. / […] Arrímate a lo que puedas. Hazte amigo / de algún director ejecutivo de un banco / o, en su defecto, candidato a Presidente del Gobierno».
Pero las ventanas de emergencias no aparecen únicamente bajo la forma de la Inspiración, sino también de muchas otras maneras. Hallamos en este poemario muy logradas composiciones que construyen estas ventanas, alguna de una gran intensidad, como el titulado «Fronteras»:
No hay fronteras
cuando cerramos los ojos.
Desaparecen.
Es un misterio.
Otros poemas destacan por unas ventanas llenas de brutal honestidad, como en «A un amigo que encontró en la cola del paro el amor repentino», o de total sutileza, como en «La lista de la compra», o de la confianza mayúscula (e, incluso, el amor), como en «Reencuentro con amigos»:
He de confesároslo: me he casado.
Y he tenido la mejor de las fortunas
en este asunto tan peliagudo
que siempre llama a la maledicencia.
A la que tanto amo, poco o nada
le cuento de vosotros, de aquellos días.
Pero os conoce y sabe de mi amor
por todo lo que tiene que ver
con aquellos instantes imborrables.
Esta Ventana de emergencias de Ángel Manuel Gómez Espada ofrece una última parte de diez poemas («Got me a movie») que funcionan como uno solo con suficiente entidad y que habla de la desolación de un lunes. Este conjunto está lleno de imágenes y de sugerencias muy atrevidas: «Noche eterna y fatigante, / noche de bolígrafos y casetes danzando/ como aspas de molinos de viento»; así como de alusiones al surrealismo (Buñuelo Lady Gaga, incluidos) y del mayor de todos: «También amar es una forma de surrealismo». Sin duda, es un colofón impactante, que no deja indiferente a quien la lea.
Aunque, bien pensado, es costumbre en los libros de Gómez Espada que quien se adentre en sus versos acabe inquieto y con la sensación de que la poesía es mucho más que una serie de palabras con un mensaje, es una exigencia y, al mismo tiempo, una molestia vital; así sucede también con Ventana de emergencias, con el aviso del poeta que lo deja bien claro en un breve poema, no sea que pase desapercibido:
Cuento los segundos
desde el rayo al truno.
Pasa mi vida.
Reseña: Manuel Guerrero Cabrera
Obra: Ventana de emergencias, de Ángel Manuel Gómez Espada, Huerga & Fierro Editores, 2018.
MANUEL GUERRERO CABRERA (Córdoba, 1980). Es profesor de lengua y literatura, articulista y poeta, y ha estado realizando, desde la Asociación Cultural Naufragio, una importante labor de difusión cultural en el sur de Córdoba. También posee un espacio semanal sobre literatura en Lucenaradio.com con el nombre de “El azucarillo”, y es director y presentador del programa mensual de literatura “La voz a ti debida“ en Radio Atalaya de Cabra. En su web personal, podréis encontrar información actualizada de su biobibliografía, su presencia en medios y redes, así como podréis acceder a su blog.
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