A imagen y semejanza, la obra poética de Ana María Moix, por Enrique Arias

Ana Mª Moix

Ana María Moix (poeta, narradora, traductora y editora) fue la única mujer escogida en 1968 por José María Castellet en Nueve novísimos poetas españoles, la antología poética que quiso reunir la poesía joven surgida tras la generación poética -social, realista y comprometida- vigente durante los años de la posguerra, la «literatura social» o de «los cincuenta».

En Nueve novísimos poetas españoles se reúnen poetas mayores (Manuel Vázquez Montalván, Sarrión o J. Mª Alvarez) con los poetas jóvenes (Ázua, Gimferrer, Molina Foix o Panero), cada uno con su propia estética y forma de entender la poesía.

Los versos de Ana María Moix inician una nueva tradición basada en formas de vida netamente urbanas y jóvenes; un nuevo lenguaje, un estilo conversacional, unas referencias calificadas por la crítica de “rollingstonianas” o “sensibilidad pop”.  Capaz de mezclar prosa poética y poemas en un mismo libro, saltando de una forma a la otra con tranquila facilidad.

La obra poética de Ana María Moix está repartida en los libros “Baladas del dulce Jim” y “Call me Stone” de 1969, y “No time for flowers” de 1971. Estos 3 poemarios fueron reunidos, en 1984, en el volumen “A imagen y semejanza”, añadiéndose otros dos textos: «Una novela» (12 capítulos de un único verso) y «Homenaje a Bécquer» (texto de una página).

En el prólogo Manuel Vázquez Montalbán afirma que “hora es ya de que la literatura se alimente de cine y literatura”. Una literatura que se caracteriza por el interés en la forma, alejada de motivos sociales y políticos, con referencias a elementos externos a la poesía, usando procedimientos de carácter casi surrealista. M.V.M. dice, al final del prólogo, que su poesía es “una estupenda lección de libertad, he aquí una poesía escrita sin versos”.

Baladas del Dulce Jim

El texto está lleno de romanticismo desde el título, “Baladas”, hasta el final. Un romanticismo traído desde el cine o la literatura, con referencias a la música y la muerte pronosticada de Cesar Vallejo un día de aguacero en París. Formalmente se intercala la forma poética, en columna, con capítulos de dos o tres líneas en prosa.

El primer capítulo mezcla ambas formas para presentar a los protagonistas: Dulce Jim, que mató en NY a Johnny por amor a Nancy Flor. Dulce Jim convertido en un alma en pena cuando descubre que es Johnny a quien ama Nancy Flor, Una ilusión es la quimera de su roto corazón. Johnny y Jim era hermanos, ambos enamorados, mas Jim decepcionado no vio otra respuesta que la muerte. El asesino huye para convertirse en una sombra con el corazón arrancado.

Johnny cae a mediodía, en plena calle, oyendo los disparos trata de imaginar el destino del asesino. Ella enfurecida desea recorrer bares y cafés hasta encontrarle y ponerle un arma en el frente que él agradecería. Se oye un disparo, besa la sangre del rostro y despierta del sueño con una sensación, me pesaba en los labios la sangre espesa de la sombra.

La historia va transcurriendo desatenta a la cronología. Al futuro le sucede el pasado en el que se produce una noticia que recorre el río. Otra muchacha, Charo, es asesinada, una adolescente con un diario de relatos imposibles, qué historia más extraña la de algunas colegialas. Esas muchachas que lloran en la almohada y sueñan con escaparse, inventan sombras en la playa.

Cada escena acaba con un “fundido a negro” que permite esas transiciones en el tiempo, del asesinato a las muchachas, de éstas a unas gaviotas sobrevolando sus sueños hasta comprender su significado; sueños que desembocan en playas al amanecer, en calles oscuras, en casas deshabitadas. En forma de ritornello , los disparos vuelven, sin saber a quien van dirigidos, sin saber quién queda más apenado si el asesinado o el superviviente. Deseando estar en todas partes, con una melodía, aunque ese vivir sea con el corazón encogido, escéptico, intentando aprender a pronunciar la palabra amor. Un corazón roto, una muerte que no saldrá en los periódicos, y como el poeta morir en París, una tarde de frío y aguacero. Un fantasma enamorado vagará en la madrugada, quizás una noche el mar se apiade.

Mitad ensoñación y mitad fantasía, los adolescentes cruzan mares, rasgan capas de hielo, hasta descubrirse llorando sobre la almohada, inventando un desconocido que con caricias les habla de amor. De nada sirve regresar a la playa, un transatlántico se aleja y quizá alguien, en cubierta, recuerda. Pasada la medianoche juegan a cartas dos personajes imposibles, Bécquer y Ché Guevara.Y un sol de trompeta en la calle oscura al final del día.

Una novela

El texto está formado por diez capítulos y dos prólogos pero con una característica especial, cada capítulo está formado por un único verso. Por ejemplo, el capítulo I está formado por una palabra: Desesperación.

A pesar de este planteamiento experimental, el texto mantiene todas las características de una novela: personajes, acciones, suspense y trama. La estructura esencial, los capítulos mínimos, las páginas casi en blanco y sin embargo pertenece a la narrativa.

El capítulo IX dice: Fanfan la Tulipe casi muere a causa de una controversia sentimental.

Fanfan la Tulipe es un personaje de una película de espadachines, introduciendo así un elemento del cine que la poesía no se había atrevido a hacer hasta ese momento. En “Call me Stone” volverá a usar esta expresión (controversia sentimental).

En total «Una novela» consta de veintiuna líneas. Los dos epílogos suponen el cierre de la novela con la mención a un personaje, Rossy Brown, que ya aparecía en las “Baladas del dulce Jim”, trazando una línea de unión entre ambos textos solo perceptible para el lector.

No time for flowers

El texto es un largo monólogo o una conversación íntima en la que relatar, de un modo poético, retazos de una historia, memoria de una vida pasada. Prácticamente elimina los signos de puntuación, en su lugar coloca unos espacios en blanco a modo de final y comienzo de los versos. Formalmente sería prosa poética pero usando los espacios en blanco como salto de línea, el texto tendría la forma de columna asociada al poema.

I. Un personaje silencioso escucha lo que se dice pero apenas responde. Quizás reunidos de nuevo los dos hombres y la mujer de la “Balada del dulce Jim”, el ambiente semejante -un bar, un mal pianista, etc.- y una mirada de profundo cansancio. Una chica con vestido escarlata y un joven observan un rostro con arrugas que piensa, cuando sepa veré tus uñas pintadas de rojo sobre mi hombro y te diré. Ella cree que la situación es grotesca, la forma de acercarse, penosa y triste, decide marchar.

Se  lo dijo al joven, no importa qué dijo sino que por fin lo dijo. Y el protagonista vuelve a sentirse envejecido. La chica se aleja, cruza una mirada con el joven, sin haber realizado su deseo y  Él se ve en un lugar similar, otra noche, en un eterno retorno de un  tiempo lleno de secretos y de espectros.

II. A la narradora le llega la noticia del asesinato de “Aquella chica”, apenas una adolescente con uniforme colegial que se maquillaba en el ascensor de su casa antes de salir a la calle, que buscaba en las playas encuentros casuales, Ansiaba, quién sabrá nunca qué cosas y decía.

Ha de ir a reconocer un cadáver y solo puede pensar en que fue su primer amor en los tiempos anteriores a su afición a disfrazarse. Y recuerda el primer beso mientras recorre los pasillos del hospital hasta una sala blanca donde le preguntan ¿reconoce a esa desgraciada? Esa chica, aunque ya poco sabía de ella desde que empezó a huir a la playa, tiempo en que eran cercanas mientras veía producirse el cambio ante sus ojos. En su cabeza aparecen los reproches, ¿Por que te fuiste aquella noche?  Le guardó rencor durante años porque esas cosas no se hacen, ahora debe reconocerla, dar su nombre y decir qué ignoraba por qué sucedió el crimen. Yo debí decirlo, no te vayas no me dejes, y me callé. Pero no lo dijo y al salir del hospital le llega la rabia al salir a las calles, intentando olvidar todos los chismes que le habían llegado. Lee una autopsia y solo puede pensar en un absurdo.

En su edificio aún queda una persona que lloraba y contaba que la víspera escuchó una conversación en la que “aquella chica” suplicaba a no sé qué canalla no te vayas no me dejes, después lloró hasta quedar dormida mientras quizás soñaba en la playa y los discos. El texto termina con una promesa o una añoranza.

 III. El capítulo comienza con lenta cadencia dirigiéndose a un personaje sin nombre, Si hoy te vas moriré mañana, recitando cómo sus manos, su voz, su rostro modelaban una figura de mujer. La muerte siempre al acecho, la música en el fondo, las manos sobre la arcilla y al final el fuego, Hablaste          La habitación era pequeña. No quería alejarme. El suceso estaba cercano, aparece un hombre viejo, cansado, decepcionado.

De nuevo regresa el relato “Aquella Chica” que visita bares, bebe demasiado, mientras él calla, harto del trato con las menores, calla porque sabe demasiado, un escéptico que piensa Esa mujer debe tener un concepto muy elevado de la vida. Y ella se enfada al pensar que no es querida y huye entre las advertencias; aquella noche muere ahogada en un lago, su corazón inundado, sus ojos siguiendo peces que bailan en el fondo.

Ella recuerda que le dijo que regresara a casa, que no bebiera más pero “Aquella Chica” era tan joven, tan segura de su belleza, antes de desaparecer con un joven cualquiera, pues le horrorizaba la soledad, al que pide que le construya una poema o una comedia para ejemplificar lo que no se debe hacer. Cuando está a dos pasos de su casa presiente la muerte cercana, el alcohol abundante, la música que llega de unos dedos desconocidos, Tus manos no eran tuyas     yo diría que morí. Y el mar invade su garganta, el barro su cuerpo, la boca espesa, todo anegado por el agua para una muerte que no aparecería en los periódicos, una aguja pincha su piel, desgarra su carne, todo quema y duele Porque la belleza cómo mata jugando de verdad a las controversias.

IV. Comienza con los conocidos versos de Christina Rossetti: “When I am dead, my dearest, / Sing no sad songs for me. (Cuando yo muera amado mío no cantes para mí canciones tristes).

Todo el texto gira sobre este verso, “cuando yo muera”, a la que le siguen consejos. Que el epitafio no sean palabras sino el vagabundeo por las calles repitiendo su nombre. Que no vuelva a la playa, que las uñas no sean muestra de impaciencia sino alimento para los gusanos. Habían construido un mundo de castillos, puentes levadizos y miles de rosas, duendes y hadas. Y cuando llegué la lluvia, el frío y la nieve, no hay que vagar y entrar en bares puesto que en el reflejo del cristal verá el cabello cano, un rostro cansado con ojos de metal, donde antes Veía un palacio de quimeras en mi rostro y mis manos.

En todo caso, pide como en el poema que no cante, no lleve flores, no escriba cartas. Todo era un sueño, un paraíso inventado, una ficción, Lo supiste, antes que nadie, como muere poco a poco un corazón. Aquella adolescencia le parece una mentira, historias inventadas, le pide que vaya a su cita en París sin canciones tristes, todo será ausencia, y un acordeonista rasga el instrumento con un puñal sacado de sus costillas, No surgieron notas, sólo viento y mil espejos de color.

Más adelante puntualiza, canciones tristes que no lleguen a la tierra, lágrimas que no traspasen la lápida, sangre para calentar la fosa. Se lo dice aquella chica, enamorada, esa mujer, enamorada de sí misma, le pide que vaya a ver volar aviones, un placer compartido, Y es como cuando una estrella       o el corazón               se desintegra.

V. La última parte está llena de referencias a la muerte, con la repetición de un verso, vendrá la muerte, que evoca el poema de Cesare Pavese, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Ha llegado el final, apenas queda aceptar la muerte y llenar el aire de preguntas a quien no puede contestarlas, ahora cuando solo queda una tumba, vendrá la muerte y la luz será metal. En el aire, que cree poder tocar con los dedos, flota un nombre, su nombre. No un corazón partido sino algo más doloroso, desde el alivio de no ver el día, el ojo de cristal, los mapas que no llevan a encontrar el nombre pues este está al otro lado, ¿habré de entregarte mi memoria?, se pregunta alguien que ya solo tiene pasado.

Lamentarse por no encontrar su boca, puerta cerrada en ciudad con lluvia y edificios abandonados donde es imposible respirar. De nuevo busca un espejo, que estallará en pedazos, pues donde se halla ya no hay posibilidad de mirarse. Un espejo que no estalla en añicos sino en fantasmas en un mundo en ruinas, donde esa chica que bailaba solo ve despojos, ¿a dónde conducía la puerta de tu boca?…¿dónde esta mi rostro?.

Finaliza esta quinta parte de “No time for flowers” con unos versos memorables, ya asumido el fracaso, la imposibilidad de solución, desde el lugar bajo tierra donde se piensa o sueña, desde la lucidez bajo la tierra,  qué fracaso el del tiempo      qué farsa        Vendrá la muerte revestida de hojalata      teme el frío de mi alma     no podrá arrancarme nada Hay hoy ahora esta noche aquí a puerta cerrada               ni estrellas          ni añicos ni fantasmas           Lo dijo un día             le horrorizaba mirarse en los espejos y ver sólo el fondo del océano        verdoso          algas   cadáveres de pez espada                  todo en calma. Se ahogaba.

Call me Stone

Se publicó inicialmente en edición limitada y fue recogido en 1971 en “No time for flowers” que había recibido el Premio Vizcaya del Ateneo de Bilbao en 1970.

El texto se desarrolla en apenas dos páginas, de nuevo se muestra el gusto de A.M.M. por la brevedad y la concisión. Un poema dedicado a los encuentros entre seres que no necesitan muchas palabras para comunicarse pues ven en los ojos del otro su propia historia, Y tampoco para la separación pues basta aceptar la situación, alejarse con lágrimas y dolor. Esforzarse en comprender aleja la posibilidad de ver.

Aquel hombre sentía un vaga pasión por el silencio, así es presentado el protagonista de esta historia. Y cuando habló, lo hizo una vez; el protagonista se siente herido en lo más profundo. Él solo suplicaba: Call me Stone, Call me Stone, Aquel llegado de muy lejos, con canciones e historias sin sentido tenía la habilidad de saber por qué lloran algunos adolescentes al despertar. Conocía el valor de la herida. Desapareció sin dar explicaciones ni emoción dejando un mensaje: no olvidéis que los cisnes cantan antes de morir.

Tiempo después reencuentra al protagonista pero la impresión, sin atreverse a decirla, es que está más viejo y más triste, sin razón ni conveniencia por despertar, de nada vale el esfuerzo por comprender, él le dijo: la noche no arregla nada, da lo mismo que pasen las horas. Ante esta declaración considera que lo conveniente es alejarse de aquel hombre.

Y Stone murió, capitán sin naves, mientras se repite Call  me stone pero ya no había posibilidad de acuerdo, deseó que todo quedara en silencio, tal vez Stone lo hubiera deseado así. Aceptó que sería una muerte que no aparecerá en los periódicos. Se debió, únicamente, a una antigua controversia sentimental. Esta expresión ya había aparecido en “Una novela”; de nuevo Ana María Moix entrelaza sus textos entre sí con este tipo de referencias cruzadas.

 Homenaje A Bécquer

En este texto de una página, también en prosa poética, se desarrolla el homenaje a un autor aparentemente alejado de Moix. Sin embargo la melancolía, lo soñado y lo real, la luz y la sombra, la extrañeza ante el mundo puede ser claramente un punto de conexión: Dicen que con frecuencia se traslada uno en sueños. Solitario, piensas o sueñas.

El mito de Ícaro o ángel caído recibe preguntas. Son, quizás, respuestas para explicar un fracaso, una locura, una caída al mundo por haberse detenido a observar, ¿por qué en pleno vuelo detuviste tu mirar?.

Para Ana María Moix el tema del amor tiene básicamente un fundamento individual, Callada surge la noche. Azul es la locura en el fondo de un ojo vacío. Finalmente en fuego y  silencio se manifiestan la pérdida de las alas.

El texto contiene una referencia al olvido, tal vez una referencia a Bécquer, autor de las Rimas, o acaso al poeta que escribió Donde habite el olvido, Luis Cernuda. El texto termina con un tema recurrente en A.M.M, el destino del amor tras la separación, Y caíste, a punto de saber si es entre luz y sombras prohibidas a donde va el amor cuando se olvida.

 

Desde 1969 a 1973  publica 3 libros de poesía, dos novelas, una novela infantil, reúne sus artículos y publica su primera traducción. También gana su primer premio literario (No time for flowers). Después desaparece sin hacer ruido durante una década.

Ana María Moix optó siempre por una implicación discreta en el mundo literario, discreción que llevó también al plano personal. Su popularidad nunca alcanzó las cotas que consiguió su hermano Terenci, bajo cuya sombra vivió  sin protestar, agradecida por mantenerse lejos del foco mediático, pero ganándose el respeto de la crítica y de un puñado de fieles.

 

Reseña: Enrique Arias Beaskotxea

Obra: «A imagen y semejanza», Ana Mª Moix, Lumen, 1984.

 

Enrique Arias Beaskoetxea (Bilbao, 1958) tiene varios poemarios publicados en revistas digitales de literatura de España (Cervantes Virtual y Poemaria) y Francia (Revue d’art et de littérature, musique). Asimismo ha colaborado en publicaciones de España (Ágora , De sur a sur , 3D3 y Galeradas), Colombia (Túnel de letras), Venezuela (Letralia) y Estados Unidos (Furman217). Libros publicados: La lejanía de las cosas (Ápeiron Ediciones, 2017), Visible-Invisible (Editorial maLuma, 2017), Un mundo, una atmósfera (Ediciones Ruser, 2019) y Condición terrenal (Editorial Literarte, 2019). Más información en su web: https://enriquearbe.wordpress.com/.

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