Magdalena Mondragón y su testimonio de la miseria, por Rodolfo Bañuelos Macías

Magdalena Mondragón Odisea Cultural

Yo, como pobre (1944) es una novela escrita por Magdalena Mondragón (1913-1989), periodista torreonense conocida por ser la primera mujer en dirigir un periódico nacional en Latinoamérica. La novela reeditada en 2021 forma parte de la colección Cartas de navegación, memoria de la cultura coahuilense de la Universidad Autónoma de Coahuila. Cabe mencionar que la obra fue considerada libro del mes en New York, distinción que comparte con Julio Cortázar.

La obra es un testimonio desgarrador de las personas que sobreviven en un basurero, desde niños hasta viejos que apenas pueden caminar entre las montañas de desechos. La familia protagonista está conformada por el matrimonio de Damián y Julia, junto a sus hijos Augusto, Enriqueta y María. Ellos diariamente recolectan trapos, papeles, vidrios y laminas para vender por unos cuantos pesos, además de pelear contra perros y zopilotes por pedazos de comida podrida.

Magdalena escribe: “Entre las nieblas de las cinco de la mañana, los ojos asombrados contemplan un mundo distinto. En todos los sitios el amanecer es como un espejo que refleja la luz, pero aquí en el basurero, […] todo tiene apariencia de podredumbre y de muerte; de desolación y de ruina, y el hombre, sin erguirse para mirar el horizonte, empieza el día, sigue las horas con los ojos clavados en el suelo”.

Damián representa al hombre bondadoso, comprometido con la política al frecuentar reuniones del sindicato de trabajadores de limpieza. Cada noche le promete un mejor mañana a su esposa, ella solamente lo escucha como a un hijo más. Los niños ayudan en las labores, Augusto -un pequeño anémico que se refugia bajo las faldas de su madre- es el único inscrito en la escuela, su padre espera que no sea pepenador, sino que algún día maneje una barredora por las calles de la ciudad.

La rutina de la gente que malvive en “La Morena” es la de madrugar para alcanzar lo mejorcito y venderlo a intermediarios que obtendrán ganancias al ofrecerlo por toneladas a chatarreras. Su distracción radica en los velorios, es cuando las mujeres rezan por el descanso y los hombres se emborrachan para olvidar la miseria, su pan de cada día.

A lo largo de la novela las experiencias amargas no se acaban, el lector está a voluntad de quien expone las vidas de seres humanos condenados a sentir hambre y sufrir injusticias. Si bien la obra se enfoca en el día a día de quienes recolectan sobras y desperdicios, también nos acerca a las mujeres que ejercen la prostitución, como es el caso de Mariana, una jovencita violada que tuvo que recurrir a un aborto y, por si fuera poco, cuando decide tener un hijo lo pierde por la hidrocefalia.

Es tal el abandono que sufre la comunidad que hasta una niña se da cuenta, Magdalena narra: “Alguna vez su hijita le preguntó a Julia: / -Mamá, ¿también aquí en el basurero existe Dios? / Julia contestó: / -El padre José dice que Dios está en todas partes. / La niña comentó: / – ¿Pero en dónde está que no lo veo?”

Las dificultades por vencer emanadas de un destino cruel causan zozobra al lector, por ejemplo, en temporada de lluvia, la basura se vuelve pantanosa y es imposible vivir de ello, por lo que el hombre de cada familia se ve obligado a aceptar trabajo mal pagado como barrendero en la ciudad o, cuando los pepenadores enferman de difteria, salubridad decide ponerlos en cuarentena ocasionando una hambruna colectiva.

En la novela se cuentan historias de personas que de tanto sufrir pueden llegar a perder la empatía. El “Cojo”, quien limosnea afuera del hospital, un día ve llegar a una señora con su hija moribunda y debido a la negligencia, la niña pierde la vida en brazos de su madre. Es cuando al indigente se le ocurre la oportunidad de beneficiarse y le propone a la señora que hagan negocio, pidiendo cooperación de puerta en puerta para la sepultura cristiana del angelito.

Mondragón enfatiza en su obra que la basura también se encuentra en las altas esferas de la política. Cuando un exfuncionario quiere industrializar los vertederos, agudiza el interés de los “de abajo” por participar en la democracia y apoyar a un candidato en la elección. Los hombres ilusionados caen en el juego de las promesas por parte del partido oficial y son partícipes de un fraude, claro, los únicos beneficiados resultan ser los lideres sindicales que pasaron de oler pestilencias a oler el cuero de su automóvil nuevo.

Las ultimas líneas de la obra dan un mensaje de esperanza: “Algún día el sueño de los pobres, de los miserables, el sueño de los hombres de buena voluntad que mora sobre la tierra se tornará realidad. Mientras esa hora llega es necesario, inevitable, sepultar los mejores sueños bajo los escombros formados con basura”.

Rodolfo Bañuelos Macías

 

 

Rodolfo Bañuelos Macías (México, 1995). Licenciado en Educación Primaria por la Escuela Normal de Torreón y Licenciado en Humanidades con orientación en Historia Cultural por la Universidad de Guadalajara. Ha publicado textos de Historia, Cine y Literatura en el periódico Entretodos y la revista Maremotom.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.