Con menor diversidad temática y formal que en sus libros anteriores, Javier Gm (Valencia, 1962) presenta un nuevo poemario en el que continúa explorando las líneas básicas de su obra: rebelión contra los convencionalismos, apelación continua a la sencillez y a la vitalidad, ciertos elementos frívolos y lúdicos y actitud contestataria.
Combinando poemas breves (muy certeros, con una brillante capacidad de síntesis y de impacto) y otros extensos (donde puede desarrollar su planteamiento ético e ideológico), el autor arma con léxico habitual un retrato de la cotidianeidad que alza la vista por los caminos del deseo. Por eso los versos se plasman desde un “yo” marcado, porque hablan de una realidad apegada al día a día, a los objetos que nos rodean, a las relaciones laborales y económicas que nos atraviesan.
Esboza algunos diagnósticos pero, de hecho, sus textos buscan plantar cara a los valores, inercias y ritmos de nuestra sociedad constatando las posibilidades de vivir de otra manera, ya desde los pequeños gestos (siempre consciente de las claudicaciones que aceptamos, de nuestra parte de responsabilidad en esa edificación de la realidad). Y el amor (la pareja, la familia), en ese paradigma, se erige como fuerza y resistencia para resignificar las relaciones personales en un mundo deshumanizado y deshumanizador. También la observación y la conexión con la naturaleza (frente a la sociedad desnaturalizadora). La proclamación del contacto (con otras personas, con los otros animales, con los otros elementos de naturaleza) constituye la síntesis de todas esas búsquedas.
Sin embargo, el autor también sabe alzar el vuelo lírico desde ese terreno, y vuelca algunas bellas alegorías, e incluso imágenes irracionalistas, que se mueven igualmente por las vías del anhelo, de la superación del presente.
Poemas, por tanto, para intentar desaprender nuestra forma actual de vivir y para comenzar a aspirar a una vida más plena, justa y respirable.
Selección de poemas de «Desprendimiento de rutina»
Despertar,
hacer la cama,
mirar el colchón,
la colcha de invierno,
insípida y aburrida,
salir corriendo por los pasillos,
ir a por cojines, peluches,
cosas mullidas,
tumbarse otra vez vestido,
girar la cabeza y encontrarte
a escasos dos dedos de tu aliento
a la rana Gustavo de casi medio metro,
ponértela en el pecho,
cerrar los ojos diez minutos.
Hacer esas cosas que no se hacen
pero que siempre deseas.
A la mierda todo.
CONTAGIO
Sobre el uso de un incendio me estreno.
Ando como una araña que repliega sus patas
pisando igual que las gasas miman las heridas.
Las venas se contienen, embalsamadas,
antes había sangre, ahora el asombro sucedido por las cañerías del polen,
un contagio
acontece en las quemaduras: A ras de tierra
soy una mirada animal, invitado dormido
que no da descanso a la goma de las zapatillas.
Un ignorado incendio recoge toda la escuela del candor,
queda mucho barro
entre los cuerpos y las miradas,
entre los pies y el magma de las flores.
Ando embebido,
auténtico borracho
entre los estratos de la luz del campo.
Estos incendios que saben a gloria
cuando olvido las gramáticas de los adoquines.
INVOCACIÓN
Tendrán que cruzarnos cincuenta años más,
cientos de ruegos, decenas de amonestaciones,
millares de deseos, docenas de desacuerdos,
una mirada que nos embelese,
las nuevas guerras que diseñen los mortales
y todo seguirá igual:
un guiño, otra mentira, la noticia de una muerte
que causó desprecio, otra que fue injusta,
aquellos que volaron por los aires,
éstos que nos envenenan,
y todo seguirá igual,
tú y yo en el punto de mira,
mientras intentamos refugiarnos en las inmediaciones
del amor, mientras huimos de la plusvalía de la mentira,
mientras los poetas siguen sin ponerse de acuerdo,
mientras volvemos a contar una y otra vez desquiciados
las cerillas que nos quedan en el cajón de la luz,
mientras, ellos apretarán el gatillo,
así de descorazonador.
Tendrán el gusto de hacérselo a los hijos de nuestros hijos
[también.Tendrán la herencia de la destrucción.
Pero lo que no saben es que entretanto planean sus
[homicidiosnosotros invocamos los bosques, el mar, las estrellas, el
[campo,los desiertos, las flores, los ríos, las montañas, el azufre…
Nuestros dioses,
que les caerán en lo más alto de sus rascacielos,
como un sencillo juicio final.
Desprendimiento de rutina, de Javier Gm, Ed. Baile del Sol, 2016.
Javier Gm (Valencia, 1962) es coautor del libro Venta del Moro 100 años de imágenes, y creó el Club Lecturas de Poesía Carpe Diem (Valencia 2008-2013). Ha publicado Caldo de cultivo (ACAVM, 2006), Homorragias (Babilonia, 2012), El tirachinas (Babilonia, 2012), Estorbar de/Gusto (Babilonia, 2013), Nada es lo que parece (Babilonia, 2015) y Desprendimiento de Rutina (Baile del Sol, 2016). Actualmente, recorre bares y escenarios junto al cantante y compositor Fernando Burgos «Burguitos» con el espectáculo poético musical Nada es lo que parece. Escribe y gestiona el blog de poesía La vez de los venenos.
Reseña y selección de poemas: Alberto García-Teresa, «Para vivir intensamente. Un conjunto de poemas vitalistas e insumisos».