La portada verde del último trabajo del biógrafo Amador Palacios, consagrado a Dionisio Cañas, nos ofrece el primerísimo plano de una foto en negro y blanco. De ella emana la mirada dual del poeta y artista, dualidad que nos recuerda otro famoso retrato de Dionisio Cañas con la mano tapándose la mitad del rostro: aquí, del ojo derecho se desprende empero una casi imperceptible y honda seriedad, mientras el izquierdo nos lanza una mirada sonriente.
El título del libro sella el pacto de lectura anunciando explícitamente el género biográfico, presentado con elegancia tal una «invitación a su obra». Amador Palacios hace frente al reto de «un caos de imágenes cuyo único orden es la vida» (D. Cañas, El gran criminal, p. 53), la vida de un ser quien «Viviendo escribe su poema» (El gran criminal, p. 11), un poeta con aguda conciencia de la muerte e indefectible amor a la vida.
Esta investigación biográfica nos otorga los puntos de referencia de una vida sin inducir con todo un determinismo abrumador, prohibido de facto por los versos en epígrafe del propio poeta: «¡No te tengo piedad, pasado mío! y te dejo morir, como una vieja ballena que se suicida en las playas del tiempo.» Nos permite medir las coincidencias así como el distanciamiento que la obra teje, opera con las personae del autor, entre cañesco y dionisíaco (como lo sugieren los comentarios de Amador Palacios acerca de los nombres y apellidos).
Escrita también bajo los auspicios del epígrafe de Adonis que, por cierto, se aplica a la poética de Cañas, esta biografía nos aporta respuestas que paradójicamente no restringen sino que rebotan sobre las preguntas poemáticas, incitándonos a cuestionar urgentemente y a través de una lectura personal y profundizada la obra del poeta:
«La poesía es lo opuesto del espíritu religioso. ¿Por qué? Porque la religión es una respuesta. En cambio, la poesía es una pregunta y, como tal, está en las antípodas del poder». (Adonis)
La estructura del libro presenta una organización llamativa con nueve capítulos, que no puedo sino comentar, cifra de simbolismo significativo, medida de las gestaciones fructíferas, del análisis global, que en el esoterismo islámico corresponde a las nueve aperturas del hombre como vías de comunicación con el mundo (pero será mera coincidencia, ¿no?…). A este cifrado, se llega por la inclusión de un capítulo 0, titulado «Tomelloso, la cuna», lugar de nacimiento y de retirada.
El uso del «0» es particularmente relevante en el caso de Cañas cuando conocemos su interés e investigaciones en la cultura arabo-musulmana. Este capítulo cero, que podríamos ver como anterior al desarrollo vital que a continuación vendrá a ser el desarrollo artístico, instala al «escritor español» (p. 9) en su lugar topográfico —lo que bien podría confortar en apariencia al editor de dicho libro… pero esto sería sin contar con los pasos de lado, el salir del lugar que plasmará la trayectoria del poeta—.
Este lugar topográfico se convierte a su vez, en un guiño dionisíaco, en lugar simbólico vinculado con una gestualidad quijotesca [1] de la que procede su trayectoria, es decir, un salir del lugar, ese lugar cuyo nombre él no quisiera tal vez recordar aunque, como entraña del pasado, lo mire suicidarse como una vieja ballena… O sea que aun cuando Dionisio no está de maniobra, sigue actuando por él su quehacer, porque al fin y al cabo, eso lo dice perfectamente Amador Palacios, él sigue «interviniendo el camino» (p. 205): ese lugar de nacimiento y de retirada (en un sentido gamonediano) al que regresa tras su jubilación de la City University of New York (capítulo 7), importa pero como cauce de un río vital que se desborda en los capítulos siguientes.
A nivel estructural, de esta cuna (capítulo 0), motivo horizontal —que coincide pues también con la retirada en un movimiento de vuelta a la tierra, en un planteamiento ecopo-ético que secunda la obra del poeta y su obrar más reciente por ejemplo a través de Acción rural (p. 204)—, proceden los tres capítulos siguientes que in-forman la infancia (capítulo 1), luego la adolescencia y juventud (capítulo 2), después al adulto docente (capítulo 3). Estos capítulos abocan a la pausa centrada en el libro clave (capítulo 4) de «vigoroso y plena fase de madurez» (p. 59): El fin de las razas felices, libro no por nada ubicado en la vertiente vertical y opuesta a Tomelloso que Amador señala de inmediato, tal vez como encarnación por antonomasia de un po-ético salir del lugar, a saber, Nueva York, lugar donde Dionisio «se hizo poeta» (p. 146).
Ese hacerse y quehacer poético se desarrolla en los tres capítulos siguientes: los 5 y 6 recorriendo la tarea de crítico universitario y las tempranas experiencias de una poesía «en extensión» como lo atestiguan sus prácticas artísticas colectivas, tal como la de Estrujenbank, el séptimo dibujando ya el regreso «gradual» (p. 149) de Dionisio a España que «corre parejo a una creciente orientación de su estética, que va asentándose gradualmente en unos presupuestos radicales e irrenunciables» (p. 164).
Volvamos a Nueva york que, para un lector atento a los signos, siguiendo los pasos del poeta, también representa el lugar del ground zero, tal como la cuna tomellosera. El propio Amador comenta precisamente la relación del poeta con la muerte a través de encuentros abortados con la parca, como por ejemplo el episodio del tren (p. 31-32): «aquello para él fue una aventura y en su mundo de fantasía la muerte que le acechó aquella noche fue como otra aventura más». Pero el 11 de septiembre será para Dionisio «uno de los traumas más grandes que ha sufrido» (p. 137), que lo llevará no obstante a salir de nuevo del lugar, a desviar del camino pasando por España, rumbo a Oriente. Argelia, Túnez, Irán, Jerusalén, El Cairo, son otros tantos entornos urbanos que nutren la biografía y la obra tal el poemario Horizonte árabe o el ensayo Un viaje hacia el país invisible. Los capítulos 8 y 9 transcriben estas experiencias, siendo el epílogo (capítulo 9) no un cerrar sino una invitación a prolongar del diario del camino dionisíaco.
Advertimos pues, tras mirar detenidamente la estructura, la gran coherencia del proceder del biógrafo, a pesar de las constantes salidas del camino, pasos de lado del poeta, que éste opera adrede o llevado por las vicisitudes de la vida, como ocurre con el episodio francés. Amador Palacios se lanza tras una vida y obra resueltamente nómadas, difíciles de canalizar. Si la cuna primera parece obvia, vislumbramos otros orígenes, brotando por otros tantos países y paisajes cruzados; la obra y vida de Dionisio Cañas arraigada en una intercorporeidad merleau-pontiana quizás vaya ramificando un ser y estar rizomático, influida subterráneamente por las lecturas deleuzianas.
Estas ramificaciones que traspasan la bipolaridad La Mancha/Nueva York, apuntada por el propio poeta en el texto inédito «Posibilidades de la (mi) poesía», que publica Amador Palacios, nos hace barruntar ya no una bisensibilidad sino una multisensibilidad del poeta: este concepto nos lo expuso un joven poeta camerunés Narcisse Fomekong Djeugou, en el congreso de la Asociación de Hispanistas de Egipto de noviembre 2018, en el Cairo, que Dionisio también presenció. Amador intuye precisamente esta multisensibilidad del ser a través de sus interrogaciones sobre la biografía del poeta, como en el capítulo dedicado al «solar» francés:
«¿Puede Dionisio Cañas, nacido y enraizado en Tomelloso, ser francés pese a ello? Pues sí […]. Max Aub decía sin vacilar que se es de donde se hace el bachillerato, es decir, donde se vive la adolescencia […]. Francia supuso para él [Dionisio] un decisivo aprendizaje, el total establecimiento de su sexualidad y un activo contacto en acciones proletarias encauzadas a través del movimiento cultural juvenil del llamado Mayo del 68» (p. 39).
La palabra «solar», que usa Amador, apunta de manera muy pertinaz y sutil a un habitar el mundo mientras que la cuna solo es el nacer. El habitar en poeta, título del famoso ensayo del poeta y filósofo francés Jean-Claude Pinson, se va forjando en el norte francés, no con una práctica de la escritura sino de la pintura en la escuela de Bellas Artes de Maubeuge, nos recuerda Amador. También nos enteramos de sus primeras lecturas de Sartre, Verlaine, Rimbaud, que nos hacen pensar que Francia constituye menos una vivencia biográfica que literaria: Amador nota además que son «pocos los textos poéticos que aluden a la vivencia en el país vecino» aunque importe en la formación de la personalidad (p. 43).
En Francia se opera asimismo un despertar político que desembocará sin embargo al desencanto (p. 48) y le hará lanzarse «a la aventura de vivir como un nómada» (p. 48), pese a ser «un francés como cualquier otro» (p. 47). Es precisamente en tierras francesas en que el poeta irá perdiendo su lengua materna, lengua que, tras su encuentro con José Olivio Jiménez (p. 48), ira recuperando en tierras norteamericanas, con la comunidad hispanohablante de Nueva York. Si el nomadismo ya estaba en germen en las migraciones de la familia González Cañas, llega a ser una elección a la vez política y po-ética, que el toparse con un eminente especialista de la poesía impulsa, en lo que se me ocurre como un fabuloso y poético coup de dé malarmeano… o una poesía vista como «fatalidad», cercioraba José Olivio Jiménez (p. 58).
El caminar por la vida y obra del poeta artista que emprende Amador Palacios se arraiga en sus lecturas de los versos cuyas citas florecen en el libro, infundiéndole una corporeidad poética: acoge en amplios espacios ese cuerpo poético en que resuena la voz del poeta que el lector disfruta. Tempranamente se desvía de la mera presentación circunstancial de los detalles biográficos para insertar unas mises en bouche poéticas, acompañadas de sus comentarios siempre asequibles, lejos de la jerga que acostumbramos los estudiosos. A menudo, deja al lector una total libertad de interpretación de estas muestras poemáticas, atentamente seleccionadas y con un esmero en no fragmentar demasiado la integridad física de ese cuerpo poético. Cuando le parece necesario intenta aclarar, sin sobrecarga, los detalles biográficos de los textos.
El libro cobra pues una atmósfera poética, sin descuidar no obstante la documentación necesaria y rica de entrevistas, fotos, anécdotas, a menudo llenas de humor y cariño, testigos de un profundo respecto y amistad para con el poeta. Amador no escatima sus esfuerzos, en una auténtica labor pedagógica a la hora de acercar al lector neófito a la tarea del Dionisio Cañas crítico y universitario, así como al trasfondo teórico de su obra.
Dedica varias páginas a los planteamientos de la fenomenología, basados en el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty, así como nos proporciona una síntesis de las concepciones de Joseph Beuys, destacando su impacto en la estética de los videopoemas por ejemplo. Especifica la influencia de Emile Cioran en la obra de Cañas, facilitándonos además los apuntes y comentarios del propio Cañas en sus libros de Cioran, ya que Amador pudo acceder a la biblioteca personal del poeta. Recalca, en un ejemplar sobre Beuys, que los subrayados y comentarios son tan «cuantiosos que constituyen la inclusión de un nuevo personaje en el libro» (p. 161).
Hace hincapié pues en este diálogo del poeta con los teóricos, pero también con otros poetas hispanohablantes a los que Cañas dedica una labor crítica. Señala Amador no sólo la proximidad poética de Cañas con estas obras (Claudio Rodríguez, Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma…), enlazando las poéticas ajenas con las propias, anidando la tarea del crítico en la del poeta y viceversa, sino también su trato con las personas biográficas que frecuentaban aquel lugar de tránsito, aquel piso de «fiesta» que era el 215 W 90 St en NY (p. 106).
Esta proximidad y luego colaboración con otros artistas las establece más peculiarmente la sección dedicada a Estrujenbank en el capítulo 5, colectivo cuyo arte es definido como «versátil y ecléctico, irónico, impulsando fuertes empujes paródicos» (p. 115), en un proyecto de «colectivizar la propuesta artística» (p. 114) lejos del «culto a la personalidad tan propio de la Movida» (p. 114). Se insiste además en que «el espíritu de Estrujenbank no deja de manifestarse en las acciones que la propia concepción poética del poeta le exige, comprometida con planteamientos de carácter sociopolítico-cultural» (p. 119). Estas prácticas colaborativas seguirá detallándolas el biógrafo en las páginas consagradas a la experiencia del Gran Poema de Nadie.
En definitiva, me parece que el logro de Amador Palacios, aunque no aluda al concepto como tal, es el haberse aproximado a lo que el filósofo francés Jean-Philippe Pierron teoriza como siendo una “eco-biografía”, ejercicio al que lo encaminó naturalmente la trayectoria de Dionisio Cañas, abriéndonos ahora el camino a una profundización de los textos poéticos. Amador promueve una reflexión sobre el «vértigo de lo genealógico» (J.P. Pierron), enlazando la filiación humana con la filiación del entorno, del ‘medio ambiente’ en un sentido amplio.
Los dos puntos de localización, que son La Mancha y Nueva York, no actúan limitando el horizonte sino que nos llevan a problematizar el nomadismo cañesco; el poeta perpetúa su trayectoria «rizomática» en una po-ética de la hospitalidad, que sigue fraguándose en sus estancias en países de Oriente que el capítulo 8, Work in progress pormenoriza. Dicho capítulo nos estimula asimismo a continuar la exploración de este gran poeta, cuya voz imprescindible resuena en estas tierras galas desde donde escribo estas cuantas líneas.
Reseña de Idoli Castro
Notas: [1] Gestualidad quijotesca que tuve la oportunidad de esbozar en un remoto artículo en que abordaba ligeramente la obra de Cañas: « Un poema, un vídeo-poema, un blog,… una calle: avatares del Quijote y persistencia de la gestualidad quijotesca en la poesía contemporánea real y/o virtual », in Recreaciones quijotescas y cervantinas en la poesía y el ensayo, Carlos Mata Induráin (ed.), Pamplona, EUNSA, 2015, pp. 37-47.
Imágenes: Todas las imágenes utilizadas en este artículo pertenecen al archivo personal de Amador Palacios y Dionisio Cañas.
Idoli Castro (Saint-Etienne, Francia, 1975). Investigadora y profesora titular en la Universidad de Lyón (Université Lumière Lyon2). Investiga sobre la escritura poética contemporánea y es autora del ensayo sobre la poesía de Jaime Siles: La poesie de Jaime Siles: une poesie de la pensée et une pensée poétique (Saint-Étienne, PUSE, 2009, pp. 220.), así como co-editora del libro Dire le réel aujourd’hui en poésie (Paris, Hermann, 2016) en el que se abordan las poéticas de Olvido García Valdés, Isabel Pérez Montalbán y María Elena Cruz Varela. Sus investigaciones se centran esencialmente en las relaciones entre poesía y filosofía, publicando varios artículos sobre poetas españoles contemporáneos (véanse sus artículos en este enlace) y participando en distintos encuentros literarios, entre ellos El acceso a la poesía española contemporánea en Francia: un viaje iniciático (Encuentros de Verines (Asturias): Literatura sin fronteras: la recepción de las letras españolas en Europa, que tuvo lugar el 20 y 21 de septiembre de 2007, en colaboración con el Ministerio de Cultura español, Fundación Príncipe de Asturias y Universidad de Salamanca (actualmente archivado en este enlace) . En el 2018 funda, junto a la catedrática Sonia Kerfa (Universidad de Grenoble) el proyecto interuniversitario GAPP (Género y Artes en una Perspectiva Po-ética y Política).
Amador Palacios (Albacete, 1954) es poeta, traductor y crítico. Ha sido fundador, consejero o director de diversas publicaciones (La Mujer Barbuda, Barcarola, San Juan Ante-Portam-Latinam). Colaborador en numerosas revistas de literatura y suplementos literarios. En la actualidad es crítico de “Artes y Letras” de ABC y colabora asiduamente en las revistas FronteraD, Campo de Agramante, Odisea Cultural y Oropeles y Guiñapos. Miembro del consejo asesor de la Fundación Carlos Edmundo de Ory y uno de los principales estudiosos del movimiento postista. Becado por la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa durante varios años consecutivos, es traductor de importantes poetas portugueses y brasileños (Cesário Verde, Camilo Pesanha, Miguel Torga, Casimiro de Brito, Lêdo Ivo y Vinicius de Moraes, entre otros). Ha compilado sus estudios sobre la vanguardia poética española en diversos volúmenes. Es miembro de la Real Academia Conquense de Artes y Letras (RACAL). Su poesía está recogida en las antologías Pajarito bañándose en un charco (El Toro de Barro, 2001) y Las palabras son nocivas. Antología poética (Pregunta Ediciones, 2018). Dionisio Cañas (Invitación a su obra. Biografía) es su último ensayo, publicado por Biblioteca de Autores Manchegos en 2018. También es biógrafo de los poetas Ángel Crespo y Gabino-Alejandro Carriedo.
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